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Mostrando entradas de septiembre, 2024

SALIR DEL POZO.

 Estimados lectores, después de una serie de relatos más bien tristes, hoy os voy a contar la felicidad que se siente, al salir del pozo. Después de unos meses de declive personal, estoy viendo la luz. Continuo con mis problemas médicos, pero los estoy gestionando mucho mejor. Si, es cierto vivo con una discapacidad, pero como no me rindo, sigo haciendo planes, actividades, escribo lo poquito que mis ojos me permiten, entreno, intento bailar manchegas, solo intento jajajaja... Y estoy dando clases de teatro. Desde este medio quiero animar a todas las personas en situaciones parecidas a la mía, que el mundo no se se detiene, gira y gira, nos tenemos que reinventar. Es cierto que un cambio de vida tan brutal, es muy difícil de digerir, pero con el tiempo y el esfuerzo diario, consigues un estado de bienestar. Os aconsejo rodearos de personas vitamina, aquellas que te contagian con su ánimo y alegría, que te llaman, que se preocupan por ti, que te envían un whatsapp, recordándote lo que v

SIEMPRE TÚ.

 En aquel cine, mítico en la ciudad, de esos cines de toda la vida, Ana pensativa, ensimismada con cada rincón de aquel bello lugar, donde acudía con sus padres, los domingos por la mañana, a ver la película que se estrenaba. Recuerdos de niñez maravillosos, mamá arreglada con esas medias de seda, tacón alto y su pelo ahuecado, parecía una reina de esas que salen en las revistas. Papá. naturalmente , con traje y corbata, bigote, pelo engominado y peinado hacia atrás, semejara un galán de cine. Que feliz era entonces, protegida por ellos, uno a cada lado y yo al centro con mis palomitas. Ese cine donde empecé a ir con las amigas, cuando tuve edad suficiente para ir sola. Ya por las tardes con el refresco de cola y en la fila de atrás, todos los chicos juntos, tonteando con ellos... Que deprisa pasaron esos tiempos, con el cine comenzaron mis primeros amoríos, él guapísimo, con sus vaqueros, chupa de cuero y esa sonrisa que me volvía loca. Primer amor, primer dolor, lo pillé con una enfe

QUEDAMOS EN EL PINCHO

 El Pincho de la Feria de Albacete, otro año más, el lugar para quedar con los amigos, familiares etc... De nuevo, impasible, regio, sereno, testigo de tantas cosas. Reencuentros, besos, abrazos, riñas. Como recuerdo cuando íbamos a recoger a mis hijos al pincho, para que no volvieran solos a casa, cuando mis padres iban a recogerme a mí y probablemente yo recogerá algún día, a mis nietos. Mi homenaje a tan bello lugar, testigo de excepción de la llegada al recinto ferial de nuestra queridísima Virgen de los Llanos, escoltando su imagen hasta la llegada a su camarín. ¿Que no habrás visto tú desde lo alto? Todo Albacete moviéndose a tus pies, con idas y venidas, en hileras infinitas por el paseo, familias enteras vestidas con sus mejores galas, grupos de jóvenes que hacen viva nuestra feria, que tiene continuidad, que se vive desde el corazón. Querido pincho, ¿recuerdas? Aquella tarde lluviosa, oscura, cuando todo el mundo corría a refugiarse de la lluvia, Elena impasible, a tus pies, e

ODA A UNA PERSONA NARCISISTA.

 Queridos lectores, creo que todos conocemos casos de personas narcisistas. Son aquellos que se creen superiores a los demás, que siempre llevan razón en todo, que lo que estas personas piensan, es la verdad verdadera. Tener una pareja narcisista significa sumisión, el sí majestad, ser tonto o hacerse el tonto, porque ellos saben de todo muchísimo mas que el resto, política, hay que votar lo que ellos quieran porque son los mejores, si ven el cielo negro y tú les dices que esta gris te lo discuten hasta el aburrimiento, siempre saben lo que hay que hacer y decir, en todo momento. Muchos de vosotros sabéis a lo que me refiero o lo estáis viviendo en estos momentos. Tengo amigas y amigos que se sienten los tontos de la casa, no hay derecho a tal cosa, y cuando se revelan, estás loco, tan simple como eso.  El narcisista quiere una pareja, amigos  o familiares, que siempre le den la razón, que lo ensalcen, que lo adoren, alguien sin criterio propio, un palmero, en cuanto intentan, otras pe

EL INCIDENTE.

  Aquella luz, era tan intensa, una lámpara enorme, y debajo yo, envuelta en una sábana, inmóvil. A mi alrededor varios ojos me contemplan, con mascarillas en los rostros, y de repente distingo las manos del cirujano, sí es él, está conmigo, me ofrece sus manos y me aferro a ellas, como si de una tabla en medio del océano se tratase, “doctor confío plenamente en usted”, fueron mis últimas palabras antes de dormir, de perder la consciencia. Mi vida no ha sido fácil, como casi la de nadie, todos tenemos nuestra historia, nuestras verdades, vivencias, nuestra realidad. Nací en una ciudad de provincias, próspera, de muy pequeñita marchamos, por ascenso de mi padre en el trabajo, mi hermano y yo a otra provincia cercana, patrimonio de la humanidad. Puedo decir que me he criado en unas de las ciudades más históricas de España y con un patrimonio artístico inmenso, Cuenca. Nuestra niñez la recuerdo feliz, en una familia de clase media alta, pues mi padre prosperó y con ello nuestro nive