EN LA CUERDA FLOJA
Sobre su moto, una chopper del cincuenta y seis, observa la ciudad, una ciudad ya oscurecida con la luz sobre las calles que refleja los edificios, fruto del espejismo que la lluvia ha creado sobre las aceras. Los ojos de Martínez, ya curtidos por los años, endurecidos por todos los sucesos que ha tenido que ver, que ha tenido que vivir, por las tragedias, las malas noticias, las familias rotos de dolor. Todas estas experiencias han endurecido esa mirada que algún día fue dulce, amable, incluso bondadosa, hace ya tanto tiempo de eso, que apenas recuerda aquella época de su vida. Ingresó en la academia de Ávila en el año noventa y dos, Policía Nacional, la ilusión de su vida, con ese afán altruista que le caracteriza, ayudar, cuantos ideales cuando se aprueba la oposición, cuando llegas a la academia con mil personas más, llenos de una pasión, que luego, con el paso de los años, y mucha calle a sus espaldas, se va perdiendo. Termina la academia, práctica, y destino, vale Mad