A MI MADRE LE FALTA UN TORNILLO

 ¿A cuantas de nosotras nos han dicho alguna vez que estamos locas?, seguro que muchas veces.

Es deprimente que utilicen la palabra loca con tanta alegría, por favor, es una enfermedad muy seria y dolorosa como para utilizarla de esta forma.

En cuanto imponemos nuestro criterio, en cuanto decimos que no, en cuanto hacemos valer nuestra persona como individuo, no como madre, ya estamos locas.

Están tan acostumbrados a vernos en la cocina, con la compra, la lavadora, y la mopa, y ojo quien os está hablando también es mujer trabajadora fuera de casa, que cuando nos hartamos y comenzamos a pensar, que si todos se van a la playa y a la piscina, porque yo debo quedarme en casa cocinando, que cuando todos se bajan al pub o al bar de enfrente y nosotras nos quedamos limpiando, que las fiestas navideñas todos se arreglan de punta en blanco y nosotras seguimos con el chandal y la bata, para hacer el marisco a la plancha y que no enfríe, que cuando ya no podemos más y decimos NOOOOOOOO, entonces nos falta un tornillo, mi madre está perdiendo la cabeza y nos mandan al psicólogo.

Pues mira tu por donde, los profesionales de la salud mental, nos recomiendo este ejercicio, aprender a decir no, nosotras también tenemos derechos, no sólo obligaciones, nos ampara la constitución española, la igualdad entre hombres y mujeres, yo añadiría la igualdad entre madres e hijos.

Ahora os digo, queridos lectores, que viva nuestra locura, que sino tuviéramos ese punto de excentricidad que nos saca de la rutina diaria, sería muy difícil vivir, en mi caso gracias a la escritura voy aguantando lo que la vida me va poniendo en el camino, otras será a través del baile, tocar algún instrumento, leer etc...evadirnos de lo que tenemos en casa.

Resumiendo, adoro a mis hijos, pero no me comprenden, puede ser que me falte un tornillo, que tenga un punto de locura, lo que no saben, es que esto es hereditario.


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