Y DE REPENTE LA OSCURIDAD. (Cuidemos de los niños, por favor, son nuestro futuro, la infancia no puede morir)
Erase que se era, dos
hermanos, vivían en lugar no tan lejano, eran de cualquier nacionalidad, raza o
religión, eran dos niños. Su historia, es un cuento, pero no un cuento
cualquiera, de brujas, ogros y princesas, es un relato donde el cuento toma
realidad, donde la ficción y el miedo pueden llegar a ser tan auténticos, que
hielan el alma.
Anochece en la ciudad, los
árboles mecían sus ramas al compás del viento en una sinfonía casi de otro
mundo. Era algo espectral, fantasmagórico.
Todo parece presagiar su
llegada, su aproximación a casa, un frío helador que cala hasta los huesos me
invade por completo.
No quiero que suceda, pero
no puedo evitarlo, en unas horas, al alba habrá hecho entrada en nuestras
vidas, en nuestra ciudad.
El miedo ha llegado para
quedarse, trae equipaje, lo cual me hace presagiar que serán varios días.
Y si no le dejo entrar? ¿Y
si no permito que se quede?
Mi voluntad flaquea, es más
fuerte que yo, comienzan las primeras llamaradas perceptibles desde mi ventana.
No entiendo muy bien qué está pasando.
El sonido de las bombas me
deja aturdida, está llegando, miedo por favor no te quedes, vete y llévate
contigo la guerra, la violencia, las armas, el dolor, el sufrimiento.
Oigo gritos desgarradores,
lamentos sin fin, gente corriendo por todas partes, con los niños en brazos,
con los mayores en volandas.
Miedo, lo sabía, sabía que
no vendrías solo ¿ porqué te acompaña la guerra?
Mi hermano y yo nos
escondemos bajo la cama, estamos solos, le susurro un cuento para que el tiempo
pase más deprisa, lo abrazo y le digo al oído:
.- Pablo no te asustes, es
tan solo un juego de mayores, un juego que hace mucho ruido, un juego con
explosiones.
Un juego de cabezas pensantes, en el que todos
somos peones que mueven a su antojo, donde los niños, los bebés, son engullidos
por este monstruo horrible que no respeta nada.
Conseguí tranquilizar a Pablo, quedó dormido, seguramente soñando con mamá, soñando con el cole, sus amigos, el parque...
Ya no queda nada de eso,
todo se lo llevó la guerra, desde mi ventana sigo viendo fuego, ¿llegará hasta
nosotros?
Pisadas fuertes van subiendo
por la escalera, balas, gritos, seguimos escondidos, no nos movemos y rezo,
rezo todo lo que sé a ese Dios compasivo, que protege a los débiles, y que nos
ha dejado solos.
La curiosidad me hace llegar
hasta la puerta, descalza, en silencio.
Han entrado en casa de Alba,
el corazón se me acelera, puedo sentir con claridad mis propios latidos,
dejadla en paz!!, dejad a Alba, es buena, no ha hecho nada malo, es inocente,
una niña especial, síndrome de Down, como llora pobrecita, no la toquéis, como
podéis hacer esta salvajada.
La violaron varias veces,
pude verlo por la mirilla de la puerta, se reían y le daban patadas, mi niña,
como lloraba, parecía una muñeca rota en el suelo.
Miedo vete, sal de aquí,
llévate a la guerra contigo, cruza la frontera y déjanos vivir en paz.
Ya no consigo ver nada, Alba
no grita, tendida en el suelo, desnuda, en un charco de sangre, no se mueve,
nadie sale de sus casas para auxiliarla. Silencio, el más horrible de los
sonidos, es la ausencia total de ellos.
Nadie se acerca, nadie la socorre,
por favor sacarla de aquí, llevarla al hospital, puede seguir viva.
Mi hermano pequeño se despierta:
.- Mamá, mamá, solloza
incansable; no sé qué decirle, no sabemos nada de ella desde hace tres días,
ruego a Dios que no le haya pasado lo que a Alba, no podría soportarlo.
Papá marchó al frente,
tampoco tenemos noticias de él; debe merecer mucho la pena todo este dolor,
toda esta destrucción, para que sigan permitiendo que los niños y niñas de este
mundo, vivamos con miedo, vivamos sin poder ir al colegio, sin poder jugar, sin
padres, sin abuelos, sin alegría, en definitiva, sin esperanza.
La ayuda humanitaria no ha podido
llegar hasta aquí, ya no nos queda comida, ni agua, mi hermano llora, llora..
Se ha despertado
sobresaltado, con el corazón a mil. Siguen sonando las bombas, no veo hay mucho
polvo.
.- Pablo, Pablo, contesta
por favor, ¿Estás bien? No te encuentro, más polvo, más ruido, no oigo, y de
repente la oscuridad invade todo.
El miedo se marcha, vuelve la luz, una paz y un silencio, como hacía mucho tiempo no escuchábamos, es reconfortante sentirse así ¿Dónde estamos?
Parece que veo el mar, con
el sol reflejado en el horizonte; es la playa con mamá y papá, reímos, saltamos
las olas, la luz del sol brilla como nunca antes lo habíamos visto. Nos
abrazamos, nos besamos.
Somos felices Pablo, la
guerra desapareció de nuestras vida, ahora vivimos en otro lugar, en una nube
de algodón blanco, Pablo no llores más, todo ha terminado, nosotros ya nos alejamos
del horror.
Los sigo viendo desde aquí
arriba, continúan muriendo, continúan luchando, el miedo se quedó allí abajo,
el horror de la guerra. Si pudiéramos traer con nosotros a todos los niños que
tiemblan, que están solos que sufren.
Pobres humanos que no saben arreglar esta
barbarie, son tan tontos, tan brutos, tan primarios que solo saben matar o
morir.
Hablo con papá, le pido por
favor que llame a los abuelos, viven en el campo y no sabemos cómo se
encuentran.
Que tardes más maravillosas,
en verano cuando el calor aprieta, ya no tenemos cole y al campo con los
abuelos, la casa fresquita, esa agua tan fresca limpia y clara del pozo,
jugábamos con las gallinas, recogiendo los huevos, dando de comer a los
animales, creo que todo eso ya terminó, mi padre me mira con unos ojos perdidos
en sus recuerdo, mamá ya no la veo, se difumina su figura con el brillo del
sol, miro al horizonte, y no los veo, creo que ya no estamos en este mundo
Pablo, nos hemos marchado muy lejos, pero continuamos con nuestros recuerdos,
más vivos que nunca y que este cuento se quede en la tierra, que lo lean las
personas de paz, que nadie tenga que volver a escribir una barbarie así.
Y colorín colorado, este
cuento, desgraciadamente, no ha terminado.
FIN
DENTRO DE MÍ 2023
MARÍA JOSÉ MARTÍNEZ RABADÁN.
Da mucho q pensar. Mucho.un abrazo fuerte
ResponderEliminarGracias Luis, duro pero la pura realidad, las cabezas pensantes deberían parar esta barbarie.
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