DÍA EUROPEO DE LA MÚSICA.

 

Se miraban fijamente, con amor, con dulzura. Era un poema en sí, verles juntos, si les preguntabas no recordaban ni su nombre ni su edad, el paso de los años, los sufrimientos, el sacrificio habían hecho mella en su consciencia.

Pero no se separaban nunca, únicamente cuando las auxiliares les llevaban a dormir, en ese momento comenzaba a resbalar una lágrima en el rostro de Carmen.

La tristeza invadía ese aura de felicidad que durante el día reflejaba un amor que sólo ellos dos conocían.

No recibían visitas, sus hijos se marcharon a Suiza y de la familia poco o nada se sabía.

Allí solos, con un viejo álbum de fotos, pasaban las horas, no se relacionaban con los demás internos, su mundo se reducía a ellos Carmen y Francisco.

La directora del centro, asaltada por la curiosidad, intentó ahondar un poco más en sus vidas, y poco a poco fue ganándose la confianza de ambos.

Su relación no fue fácil, sus familias se opusieron a la celebración de una boda entre personas de diferente escala social. Carmen era una señorita de postín y Francisco un simple obrero Para poder estar juntos huyeron a Francia, donde trabajaron sin descanso, donde tuvieron a sus hijos, hijos que no vienen a visitarlos, de los que ya no tienen noticias.

Volvieron a España solos y con sus facultades mermadas por la edad, eso era lo que les unía tanto, tal vez no recordaban a penas nada, pero su amor, su unión prevalecía por encima de todo.

Hasta que una tarde en la residencia, oyeron tocar una melodía, que les hizo, como un resorte, levantarse de sus sillones, entrelazar sus brazos y bailar, bailar por toda la sala, algo en aquella canción de Machín, les devolvió la memoria.

La música, es increíble, como puede permanecer en nuestro recuerdo, dormida, pero cuando la escuchamos de nuevo, todo nuestro cuerpo reacciona.

Francisco besó en la frente a Carmen y le dijo: Carmencilla no llores “La música es vida, la música eres tú”

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