LA MATÉ PORQUE ERA MÍA.

 Elena, como cada mañana, salía de casa sobre las nueve menos cuarto, para dejar a sus hijos en el colegio. Era un mami de unos veintiocho años, alta, buena figura, rubia, una chica muy guapa.

Gonzalo el mayor tiene cuatro años y Diego tres, tan guapos, pero tan inquietos, que dejan a su madre agotada cada día.

Después va a casa de Doña Carmen, la farmacéutica del barrio, donde limpia, cocina, y cuida de su hija Leire. Allí la tratan como una más de la familia, está tan a gusto en esa casa.

Elena estuvo casada con el monstruo, lo llamo así porque no puede tener otro nombre. La relación al principio fue buena, incluso muy cariñoso con ella, pero comenzaron los celos, el hacerla sentir inferior, insultos, vejaciones e incluso violaciones cuando estaba embarazada, y una noche que llegó a casa enfadado, le habían despedido del trabajo por problemas con sus compañeros, le propinó una paliza que la llevó hasta el hospital, estuvo ingresada varios días y allí tomó la decisión.

Denunció al agresor, se puso en manos de la policía, trabajadora social, psicóloga y el mecanismo de la justicia comenzó a funcionar.

Detuvieron al monstruo, fue juzgado y encarcelado.

Empezó la vida para Elena y sus hijos, no más golpes, no más heridas, no más insultos. Iba consiguiendo recomponer los pedazos rotos de su persona, seguía trabajado en varias casas, agotada al llegar al hogar, pero tranquila.

Conoció a otro padre en las reuniones del cole, estaba viudo y entablaron una bonita amistad al principio. Quedaron para salir a cenar, que nervios, nunca antes había salido con nadie que no fuera el monstruo. Se arreglo el pelo, se maquilló, tacones y minifalda, estaba preciosa.

Y entablaron una relación de amor, de amor sincero, con respeto, sin insultos, sin empujones, sin bofetones, en definitiva sin miedo. Le hacía sentir tan especial, tan única, que le parecía no merecer tantos halagos por parte de Pablo.

Elena era feliz por fin, claro que la felicidad dura muy poco, su exmarido supo en la cárcel de esta relación por otro preso que había salido de permiso y vio a Elena y su novio cenando en un bar del barrio.

El odio y la sed de venganza empezaron a irrumpir en su cabeza, su única razón de ser era terminar con Elena, si no era suya no sería de nadie más.

Consiguió un permiso en la cárcel por buen comportamiento, hipócrita, mal nacido; empezó a fraguar su plan, tenía en la finca de sus padres un  rifle de caza escondido y una caja de cartuchos.

Una mañana de noviembre, la esperó escondido en la esquina del edificio, Elena bajaba con sus dos hijos de la mano y sucedió, le disparó varios tiros, cayó al suelo ensangrentada, los niños heridos también , que hijo de p....

De un plumazo acabó con su vida, delante de los niños, delante de la gente que pasaba por la calle, no se pudo hacer nada por ella, Elena nos dejó como tantas otra víctimas del odio y la violencia machista.

El monstruo salió corriendo y escapó, no por mucho tiempo, la policía lo detuvo enseguida, pero ya era tarde, el daño estaba hecho, dos niños de corta edad heridos y huérfanos.

Y la historia de Elena es la de tantas mujeres fallecidas, cincuenta y nueve en lo que va de año.

Cabezas pensantes, hacedores de leyes, por favor, basta ya!! Algo está fallando en la sociedad, en los juzgados, en las leyes, al conceder permisos carcelarios a asesinos en potencia.

Ruego desde este modesto blog, pido de rodillas si es necesario que hagan todo lo posible para parar estos crímenes, nos queremos mujeres y nos queremos libres.

Mi modesto homenaje a las víctimas de violencia, a sus hijos, a los padres que han tenido que enterrar a sus hijas y nietos. No mas Elenas, 

BASTA YA !!


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